Cuando vi a Diego, mi sobrino de 5 años, jugar Mario Bros en una mini-consola portátil DS-3D, recordé a mi hija Fernanda jugar lo mismo a esa edad, pero en un Nintendo 64 alámbrico, hace apenas unos 12 años. Los equipos evolucionaron de manera impresionante, Diego y Fernanda forman parte de esa nueva generación que soporta su actividad diaria en la tecnología; son nativos digitales.
Para ellos, los nativos digitales, “ser es, ante todo, comunicar” (Igarza, 2008). Pasar el rato y combatir el aburrimiento consiste en descargar y escuchar música en formatos digitales, armar álbumes de fotos accesibles a través de la red que sus amigos pueden ver y comentar, observar videos cortos en sitios como You Tube -con apenas unos 34.4 millones de visitantes únicos al mes- y chatear al mismo tiempo que realizan otras actividades.
Para los nativos digitales, la televisión ya está en un segundo plano. Si habíamos pasado del Homo Sapiens al Homo Videns con la televisión (Sartori, 1997), en la era digital el Homo Ludens busca la interactividad que difícilmente le da la televisión, porque la pantalla lo convierte en un ser pasivo. Ya a principios de la década, The Economist había reportado una disminución de 20% en el consumo del TV en países desarrollados y en Ginebra el Informe Mundial sobre las TICs señalaba que, a nivel global, los menores de 18 años dedicaban más tiempo a los medios digitales que a la televisión.
Y qué decir de los videos musicales que ya son historia en MTV. De acuerdo con un estudio de Global Digital Home, el 44% de los menores de 24 años afirma preferir ver videos en Internet antes que ver la TV y el 56% de ellos manifiesta tener la intención de crear y compartir videos en la propia red (www.accenture.com en Igarza, 2008). Aunque son los jóvenes los que más contribuyen con esta actividad, el 40% de los usuarios de todas las edades afirma que descarga y ve videos en la red.
Dentro de las actividades más frecuentes en la red se encuentran el uso de páginas personales y la visita o elaboración de blogs. La encuesta anual “Usuarios de Internet en México”, de la Asociación Mexicana del Internet AC, (AMIPCI), en 2007 señala que: 57% tiene una página personal en sitios como Myspace, HI5, Geocities, Facebook, entre otros; 67% ha subido un video o una foto a una página de internet; y 77% de la población encuestada ha leído un blog, contra 23% que no lo ha hecho; y 38% tiene un blog o bitácora.
Y es que una sola pantalla, un joven de 17 años como Fernanda, tiene la capacidad de interactuar en un videojuego como The World of Warcraft con competidores de todo el mundo, mientras chatea en otra ventana con sus amigos del Facebook y, si le da tiempo, consulta en Wikipedia algunos términos que requiere para una tarea. Previamente habrá enviado un SMS o un Twitter a través del Backberry o del Iphone, para compartir o comentar alguna novedad que ha encontrado en la propia red.
Pero, ¿qué pasa con la otra generación, aquellos que no nacieron en la era digital (Negroponte, 1995) y que Igarza (2008) define como Inmigrantes Digitales? Son aquellas personas que voluntariamente se acercan a este nuevo mundo, lejano a la forma en que aprendieron a vivir y por tanto deben ajustarse a las nuevas reglas del juego. A diferencia de los nativos digitales, que prefieren el procesamiento paralelo y multitarea, el inmigrante digital prefiere recibir información controlada de fuentes de información limitadas. Y mientras los nativos suelen interactuar en red, los inmigrantes digitales sólo tiene interés en desempañarse independiente y autónomamente.
Lo cierto es que el futuro está aquí, con nuevos y viejos seres digitales; la interacción en la red y el uso como plataforma de vida ya no es una opción, forma parte de la actividad diaria, en la escuela, en el trabajo y en el entretenimiento. No tiene que ver con la tecnología únicamente; tiene que ver con la forma de ser y hacer. Tiene que ver con la necesidad de interactuar ya no con los amigos o con los compañeros de trabajo; tiene que ver con la urgencia de comunicarnos y usar los mismos canales que nuestros hijos, los canales que usan Diego y Fernanda.
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